Escrito por Carla Márquez, Yasar Jelle, Ferdaues El Kraichi, África Albero e Iván Trujillo. (1º ESO B)
Recuerdo aquella tarde del 2000, en la semana de Halloween ; las calles de Buardon
estaban llenas de decoraciones. Mi madre y yo nos íbamos a mudar con mis primos, mi
madre quería cuidar de ellos, ya que mi tío era un hombre alcohólico que nunca estaba en casa; me alegraba la idea, después de tantos años, por fin estar juntos.
Cuando llegamos nos recibieron todos los vecinos, todos eran muy amables y risueños. Mi tío en cambio no apareció, seguro que estaría en el bar.
Hice unos cuantos amigos, pero uno de los vecinos no era como los demás, me miraba con una cara muy antipática.
-¿Quién es ese señor que me mira tan raro? – pregunté.
-Ah, ¿ese? ; es el señor Blackston, te recomiendo que no hables con él, es muy extraño –
dijo mi primo Iván.
– Bueno… ¿me ayudas con la maleta? – dije señalando a la mochila que llevaba en la mano.
– Estaba bebiendo agua – dije, para después tumbarme en la cama y taparme.-Pues venga, duérmete que ya es tarde.
– Vale – respondí con un tono simpático.
– Así me gusta, que me hagas ca-.
No pudo terminar la frase cuando escuchamos un grito de ayuda que se iba ahogando poco a poco. En ese momento Iván y yo nos miramos pálidos como unos fantasmas.
Esto ya no era una ilusión, al ver la cara de mi primo confirmé que él también lo había
escuchado.
– Deberíamos dormirnos – dije, todavía con la piel de gallina.
– Estoy de acuerdo – respondió Iván.
A la mañana siguiente, vomité todo lo que había desayunado, al acordarme del asunto de la noche anterior. Cuando me fui a subir al ascensor mis ojos se abrieron como nunca al ver el cadáver sangriento de la señora Marien, la esposa del señor Blackston. Había sido asesinada a sangre fría, todavía tenía aquel cuchillo hincado en un costado, se podían ver perfectamente todas las puñaladas. En ese mismo instante me desmayé.
Al rato, volví en sí, al principio pensé que todo era un sueño pero después vi cómo sacaban aquel cuerpo sin vida. Me levanté y me fui corriendo del ascensor.
Antes de poder entrar a mi casa me choqué con el señor Blackston, me fijé en el chaleco que llevaba, este tenía unas manchas rojas. Me saludó y continuamente se fue.
Todos los días eran iguales, alguien moría o desaparecía para siempre.
Pero… Lo curioso era que siempre vi al señor Blackston saliendo de su casa a las 13:05, ni un minuto antes, ni un minuto después. Hasta que un día me llené de valor y me dirigí a su casa, a la casa del señor Blackston. Antes de que ni siquiera pudiera abrir la puerta, noté que alguien me estaba agarrando de la muñeca, me quedé paralizado; a los segundos me fui dando la vuelta lentamente hasta poder ver a Ferdu.
– Iván me ha contado todo y sé qué pretendes hacer, pero no te dejaré que vayas solo – me dijo.
– Pero – respondí, con lágrimas en los ojos.
– Ni pero ni nada, voy contigo – exclamó Ferdu.
No pude decir ni una sola palabra: antes de poder hablar ya habíamos tocado la puerta del señor Blackston. El señor Blackston la abrió la puerta y dijo con una mirada intimidante:
– Queremos hablar usted – respondió Ferdu.
– ¡Oh! pasen y pónganse cómodos – dijo abriéndonos la puerta de su casa.
Entramos y nos sentamos en su sofá de color gris… La casa era muy sosa, tenía tonos muy fríos.
-¿Queréis algo de beber? – nos preguntó el señor Blackston antes de sentarse.
– -No, gracias – respondí en un tono muy bajo.
– Bueno, ¿qué ocurre?- preguntó dirigiéndose a nosotros.
– Bueno, sabemos que usted tiene algo que ver con todas las muertes y desapariciones -respondió Ferdu
– ¿Yo? – dijo medio riendo.
– ¡Sí, usted! – dijo Ferdu alterada.
– Mirad chicos, os contaré una historia… Hace tiempo, conocí a una señorita muy elegante cuyo nombre era África, está tenía una hermana menor llamada Carla. Un día por este edificio se encontró a Carla muerta en el ascensor, de un disparo en la cabeza. África decidió vengarse, e intentó buscar al asesino de su hermana menor. Tiempo después murió de un ataque al corazón, y su espíritu sigue buscando al culpable. Y seguirá matando personas hasta que vengue la muerte de su hermana – dijo el señor Blackston. Al escuchar esta historia Ferdu y yo estábamos muy asustados.
– Esa es la verdad – exclamó el señor.
– Se nos está haciendo tarde, deberíamos irnos – dije tartamudeando.- E- es verdad –
respondió Ferdu.
– Bueno, adiós chicos tengan una buena noche- dijo el señor Blackston.
-Salimos pitando de allí hasta llegar a casa y en el camino Ferdu cogió otro camino para
llegar a su casa. Al día siguiente mi madre me llamó y dijo:
– ¡Cariño, te han traído un paquete!
– ¿Un paquete para mí? – dije cogiendo esa extraña caja.
Lo llevé conmigo al cuarto y lo abrí.
– ¿Qué es eso? – me preguntó Iván.
– Ni idea – respondí.
Cuando abrí el paquete pude sacar una cajita con un envoltorio, quité aquel papel y abrí la caja. Cuando vi lo que había dentro lo tiré al suelo, pudiendo ver como caía un dedo de la caja.
– ¡FERDU! – gritó Iván al ver ese dedo ensangrentado tirado en el suelo.