Paola Ruiz Pastrana, Lit. Universal de Adultos, comparte un sueño

Mi sueño es a la vez repetitivo y un poco inquietante.

Empieza conmigo en medio del bosque. Yo empezaba a caminar por un sendero,  estaba descalza y con la ropa manchada de sangre y solo tenía ganas de llorar, flotaba la sensación de que tenía que salir de ese bosque o de lo contrario iba a pasarme algo malo. No veía a nadie ni a nada a mi alrededor: solo árboles y oscuridad. De repente llegué a una especie de casa abandonada. Sentía que tenía que entrar. Cuando me encontraba frente a la puerta comenzó a invadirme la desesperación, me agachaba y me tapaba los ojos  con las manos y, cuando los volvía a abrir, estaba en mi habitación tumbada, pero no me podía mover, sabía que había alguien más allí pero ni la veía ni la escuchaba, solo sentía mucho miedo por no poder moverme y sentir su presencia. Cerré los ojos con la esperanza de que todo acabase y, cuando los volví a abrir, había en el marco de la puerta la sombra de un hombre.

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