Por Anastasiya Dombrovska y Esther Castillo
¿Hemos pensado cómo el alcohol puede afectar en la vida de un adolescente?
El alcohol no es solo una bebida, es una adicción. Más de 37.000 personas mueren al año en España por culpa del alcohol. Entonces si conocemos estas estadísticas ¿Por qué sigue habiendo este problema? ¿Por qué se sigue vendiendo alcohol a menores de edad?
El consumo de alcohol suele iniciarse en España alrededor de los 13 años, principalmente por influencias de amigos o para encajar en un grupo. El 75,1% de los adolescentes de 14-18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida, 6 de cada 10 adolescentes, se han emborrachado alguna vez en su vida y 1 de cada 3 lo ha hecho en los últimos 30 días. El cerebro de los adolescentes es especialmente vulnerable a los efectos del alcohol. En los
últimos años, numerosos estudios científicos demuestran la asociación del consumo de
alcohol y el daño cerebral en los adolescentes. Sobre todo daños en las zonas del cerebro responsables de la memoria y del aprendizaje, que también se encuentran en desarrollo y que dificultan sobremanera y perjudican la capacidad de crear y almacenar recuerdos, la atención y la concentración.
A continuación dejaremos una entrevista realizada a un hombre que fue alcohólico a la
temprana edad de 18 años y al que llamaremos P.L.
-¿Cuándo empezó a beber?
P.L: Empecé a beber a los 12 años.
-¿Por qué empezó a beber?
P.L: Realmente creo que influyen varios factores, pero el más importante es que todos mis
amigos ya habían probado su primera cerveza.
-¿Eso quiere decir que fue por influencia y para encajar con sus amistades?
P.L: Sí, se podría decir que fue así.
-¿Cuándo se dio cuenta de que tenía un problema con el alcohol?
P.L: Cuándo tenía diecisiete años y fui encontrado por mi madre medio inconsciente en mi
casa, estaba teniendo un coma etílico.
-¿Qué fue lo más difícil de esa situación?
P.L: El recordar el miedo en los ojos de mi madre al pensar que pudo perder a su hijo.
-¿Cuándo decidió recuperarse?
P.L: Intenté varios intentos fallidos de dejar el alcohol después del coma etílico, pero la
influencia de mis amigos lo hicieron imposible y salía un día y otro también a beber. No fue
hasta los dieciocho años que tuve una conversación que nunca olvidaré con mi madre y
decidimos meterme en un centro de desintoxicación. El alcohol estaba terminando con mi
vida poco a poco.
-¿Qué le recomendaría a los adolescentes hoy en día sobre este tema?
P.L: Está bien salir de fiesta, estar con amigos y beber, pero siempre y cuando haya un control sobre el consumo del alcohol. El alcohol puede hacer que estén contentos durante unas horas, pero no vale la pena si se van a ir destruyendo ellos mismos y a sus seres queridos. Los padres deberían tener un control y mantener con sus hijos varias charlas a lo largo de su adolescencia sobre este tema y no para juzgarlos sino para hacerles entender como anteriormente he dicho que está bien salir de vez en cuando y beber, pero siempre con contro,l y si en alguna circunstancia se les va de las manos saber cuándo pedir ayuda.
Como conclusión podemos ver cómo el adolescente busca en el alcohol un escape, medio de refugio o aceptación social principalmente ante sus amigos. Con el tiempo el exceso de alcohol daña las células cerebrales y esto puede llevar a problemas de comportamiento y daño permanente a la memoria. Existe un caso donde explica que los adolescentes que beben tienden a tener mal rendimiento en el colegio y sus comportamientos pueden meterlos en problemas. El alcohol a temprana edad incrementa el riesgo de que los
adolescentes desencadenan trastornos psicológicos, como conductas desafiantes, agresivas,
depresiones, etc.
Desde nuestro punto de vista, se debería controlar más este tema, ya que tiene muchas
consecuencias e incluso la muerte y no somos conscientes de ello. Un papel fundamental en
este caso son los padres, deben controlar a sus hijos y hablarles sobre el alcohol y lo que
conlleva, y por otra parte los amigos que, como hemos comentado anteriormente, pueden ser una influencia para empezar a beber, de ese modo no sentirse desplazado del grupo.